Caer las hojas sordas he visto,
al tiempo que tus manos henchidas
de flores cementerio estrangulaban,
ahogaban en vapores cenagosos mi razón.
Sembrar la vida metros bajo mis pies
he sentido. Cuando tronaba mis sienes
en fangoso volcán de tortuosas palabras
que no hacían paz, sino recordar infiernos.
Nacer los efluvios de pétalos he sentido,
en instantes que tus pupilas desnudaban mis ojos,
me dejaban sin palabras, como cuando se es más muerto
después de la inexistencia brusca e implacable.
volar las risas en frondosos deseos
he conocido en mi garganta hueca,
al tiempo que los cuervos lloraban desconsuelo
como ahora, ayer y siempre también menosprecio.
Amar oído en mi corazón querido herido.
mientras tus labios alhelí enroscados
mataban mis sueños, quienes huérfanos
se cobijan en sueños ajenos en mis párpados.
Morir con la noche y el día, suicidarme colgado de la luna...
En cuántas cosas no me he visto, tocado, golpeado, oído...
Hoy toca verme apagado y seco
ardiendo en el estío mis fragores y silencios.
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